Comentario
Don Diego de Zuñiga
163 Don Diego de Zuñiga, conde de Nieva, hizo su entrada en los Reyes el 17 de abril de 1561; governó muy poco tiempo porque en el siguiente de 1562 le encontraron muerto en su mismo palacio con todos los indicios de haver sido violenta su muerte; la Audiencia y demás jueces se desentendieron de la averiguacion de este hecho porque las circunstancias lo requerian assi, y evitó la providencia y dissimulacion el escandalo y alborotos que se huvieran causado de lo contrario.
El licenciado Lope Garcia de Castro
164 El licenciado Lope Garcia de Castro, del Consejo Real de las Indias, fue elegido presidente de la Audiencia de los Reyes, governador y capitan general del Perú con el fin de que hiciesse averiguacion de la muerte del virrey conde de Nieva y castigasse los culpados; fue recibido en Lima el dia 22 de septiembre de 1564; y aunque quiso inmediatamente poner en practica su pesquisa, haviendose informado del sucesso sigilosamente, tuvo por conveniente el sobreseer en la investigacion juridica y dexar sepultado en el silencio, lo que en publico lastimaba á los mas principales de aquella ciudad.
165 Governó aquel reyno con gran prudencia y acierto, como se esperaba de su madurez y literatura. Por estos tiempos, y en el año de 1563, se estableció la Audiencia de Quito; en el de 1566, fueron descubiertas por Enrique Garcés las célebres minas de azogue de Guancavelica por la casualidad que yá queda notada, y en el siguiente de 1567 passó á aquellos paises la religion de la Compañia de Jesus y estableció la primera fundacion de sus colegios, successos prosperos todos para aquel reyno y capaces de ilustrar el govierno de este presidente, que lo finalizó con la llegada de su successor.
Don Francisco de Toledo
166 Fue Don Francisco de Toledo hijo segundo de la casa de Oropesa y nombrado virrey del Perú; hizo la entrada publica en los Reyes el dia 26 de noviembre de 1569. Despues de passados los dos primeros años de su govierno empleado con grande acierto y justificacion en arreglar y establecer el buen orden en todas las materias, especialmente en las de minas, sobre que hizo unas ordenanzas tan exactas que no se ha ofrecido despues duda alguna á que no esté ocurrido en ellas, determinó sacar de las montañas de Villcapampa al Inca Tupac Amarú, hijo de Manco Inca y hermano de Sayri Tupac-Inca, por cuya temprana muerte sin dexar hijo varon era el Inca Amarú en otra providencia el legitimo heredero de aquel imperio; los medios de agassajo y amistad con que lo quiso atraer no surtieron el efecto que se esperaba ni hallaron lugar en el animo de aquel Inca, desconfiado de los españoles con haver visto la cortedad de rentas assignadas á su hermano y atribuido su muerte, aunque sin fundamento, al mal trato que le havian dado. Resuelto el virrey á reducirlo del modo que le fuesse possible, levantó 250 hombres de guerra y, encomendando la diligencia á Martin Garcia de Loyola, hombre yá experimentado en otras ocasiones, lo despachó con orden de que lo prendiesse. El Inca supo la llegada de Martin Garcia á aquellas montañas y, no teniendo fuerzas para defenderse, se retiró á lo mas interior de ellas cosa de 20 leguas pero, conociendo que nada adelantaba en irse á perecer entre aquellos incultos y molestos paises y que presentandose era regular atenderlo y darle con que mantenerse, como se le havia ofrecido, esperó allí á Martin Garcia y, entregandose con todos los suyos, fue conducido al Cuzco, á donde havia passado el virrey á esperarlo. Mandóle poner preso y formarle causa; y acusado de delitos que no havia cometido, fue condenado en la pena de ser degollado, cuya sentencia se executó, con sentimiento universal de todos, nacido en los españoles de la compassion de verlo padecer sin culpa y reconocer en el espiritu y entereza de animo que en tal lance mostró prendas correspondientes á la gerarquia de su sangre y dignas de mejor fortuna, y en los indios, del amor que como á su natural principe le conservaban y del dolor con que un tal expectaculo renovaba todas las passadas memorias de su caldo imperio; recibió el bautismo antes que le quitassen la vida, llamandose Phelipe en obsequio á el nombre del rey catholico.
167 La atropellada execucion de esta sentencia y la persecucion que contra los demás de la sangre real de los incas naturales y mestizos suscitó este virrey pretextando que estaban incluidos en la conjuracion contra los españoles contribuyó á extinguir toda la estirpe real de los Incas, quedando solo algunos descendientes de ellos hijos de españoles, y obscureció su fama y los demás aciertos de su govierno con un borrón que, atribuido por los émulos de la nacion española al todo de ella, hizo caer sobre este ministro el odio de los propios y estraños.
168 En el tiempo que governó aquel imperio Don Francisco de Toledo, se establecieron en Lima los dos tribunales de la Inquisicion y Cruzada; aquel, en el año de 1570, y este, en el de 1573. En el de 1578, entró por el estrecho de Magallanes al mar del sur el primer pyrata que passó á aquellos mares nombrado Francisco Drake, de nacion inglés, cuyo exemplo siguieron otros muchos, y sus hostilidades se conservan muy presentes en la memoria de aquellos pueblos; para contener los progressos de Drake, armó el virrey dos navios, embiando por capitan de ellos á Pedro Sarmiento, que, passando solo con su capitana el estrecho porque la almirante no le siguió, vino con ella por el mar del norte á España.
169 El virrey terminó su govierno en el año de 1581 y, llegando á España, encontró el merito que merecian sus resoluciones porque, quando se consideraba acreedor á los mayores honores y á ser largamente recompensado de la magestad del señor Don Phelipe II por haver extinguido la estirpe real de los Incas y con ella el motivo de alguna inquietud, oyó de su real boca la sentencia de su muerte envuelta en la demostracion de su desagrado y en las severas palabras con que lo reprehendió diciendole que se retirasse á su casa, que no lo havia embiado al Perú para que matasse reyes sino para que los sirviesse, las quales fueron bastantes á cortar en breves dias el curso de su vida entregado á la melancolía y tristeza.
170 No tuvo Martin Garcia de Loyola mas prospero fin que el virrey aunque por el pronto le fue premiado el merito de haver preso al desdichado Tupac Amarú con darle por muger la hija de Sayri Tupac Inca para que por este medio pudiesse gozar el repartimiento que le venia á ella por herencia de su padre y se le confirió el govierno de Chile; estando en este, le dieron muerte los indios araucanos, logrando una ocasion en que, lleno de confianza, se havia entregado al descanso con otros 30 compañeros en una campaña algo distante del territorio que ocupaban los indios, pareciendole que lo podia hacerlo con total seguridad, pero ellos, mas vigilantes, le sorprendieron y mataron y á todos los que allí se hallaban.
Don Martin Henriquez
171 Hallabase governando Don Martin Henriquez, hijo del marqués de Alcañizas, los reynos de Nueva España quando recibió orden de passar con el mismo cargo á los del Perú; y haviendo llegado á los Reyes el 23 de septiembre de 1581 y dado muestras de sus talentos, benignidad y aciertos en el corto tiempo de su ministerio, falleció á los 15 de marzo de 1583, con cuyo motivo y no hallarse nombrado successor, entró la Audiencia en el govierno del reyno.
172 Con el informe que del estrecho de Magallanes traxó á Su Magestad Pedro Sarmiento, se tomó la deliberacion de embiar gente á poblarlo; para lo qual, se hizo el año de 1582 un armamento compuesto de 23 embarcaciones y en ellas 2500 hombres mandado por el general Diego Flores de Valdés; estos, haviendo padecido una furiosa tormenta al tiempo de su partida, no quedaron capaces de llegar á su destino mas que quatro embarcaciones; pero Sarmiento, que iba por governador de lo que allí se poblasse, llegó al estrecho y estableció dos poblaciones, la una llamada la Ciudad del Nombre de Dios y la otra, Philipopolis ó San Phelipe, y, al tiempo de restituirse á España, fue apresado sobre las costas del Brasil por una esquadra inglesa. La gente que quedó en las poblaciones pereció toda en el discurso de tres años por no haverselas socorrido con viveres, y solo quedó vivo uno nombrado Fernando Gomez, á el qual halló allí el pyrata Thomás Candisck, quien lo recogió y tuvo consigo hasta su retorno á Europa.
Don Fernando de Torres y Portugal
173 Nombrado por virrey del Perú Don Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar Don pardo, hizo la entrada publica en los Reyes el 30 de noviembre de 1586. Thomás Candisck, pyrata inglés, que con tres navios havia salido de Plimouth en 21 de julio de 1586 y, llegando al estrecho de Magallanes el 24 de febrero de 1587, havia passado por él al mar del sur, dió motivo al celo de este virrey para que, preveniendo las costas de él con el fin de castigarlo si intentasse el desembarco, no lograsse el pyrata sus designios, y mas con el escarmiento de haver sido tomados algunos de los suyos en las costas de Chile saliendo á hacer aguada y leña; pero encaminandose Candisck al oriente, se apoderó de una nave que passaba de Filipinas á Nueva España y, dando la vuelta al mundo, se restituyó á Inglaterra. Aquel mismo año de 1586 fue glorioso para la ciudad de Lima porque, naciendo á 20 de abril de él santa Rosa, empezó á sentirse allí la fragancia de su virtud á tiempo que tambien ennoblecía á aquella ciudad con la suya su segundo arzobispo, santo Toribio de Mogrovejo. Governó el virrey con grande acierto y moderacion poco mas de tres años, dexando el cargo luego que llegó su successor.
Don Garcia Hurtado de Mendoza
174 Don Garcia Hurtado de Mendoza, IV marqués de Cañete, governador que havia sido de Chile siendo su padre Don Andrés Hurtado virrey del Perú, hizo en los Reyes su entrada publica en 8 de enero de 1590. Apenas concluidos los precisos embarazos de su recibimiento, dispuso el armamento de tres embarcaciones que fuessen á reconocer las islas de Salomon, de que yá se tenian en el Perú algunas noticias; dió el comando de esta esquadra al adelantado Alvaro de Mendaña, el qual las encontró entre los paralelos 6 y 14 grados de latitud austral; desembarcó en la mayor de seis que reconoció, haviendo otras muchas pequeñas, y halló gente en ellas aunque no oro ni plata, segun era la fama comun.
175 Haviendo entrado al mar del sur el año de 1594 el pyrata inglés Ricardo Aquines, destacó este virrey contra él á su cuñado Don Beltrán de la Cueva y Castro, que en un reñido combate lo venció y traxó á Lima prisionero; y estandolo debaxo de palabra de la vida, lo defendió de que se executasse la sentencia, con que la Audiencia lo quiso condenar á quitarsela; lo traxo en apelacion á España y lo restituyó libre á su país. Establecióse en tiempo de este virrey y á esfuerzo de sus diligencias el derecho de alcavalas en el Perú, hizo varios reglamentos para el mejor govierno de aquellos reynos, y en el año de 1596, que fue el ultimo suyo, se prohibió el comercio de mercaderias entre los dos reynos del Perú y Nueva España, considerando los perjuicios que se seguian al del Perú con los generos de China que se llevaban de aquel, quedando ceñido este á solo el buque de dos navios annuales para los puertos del Realejo y Sonsonate que llevassen frutos y volviessen al Perú con los correspondientes de aquellos reynos, con exclusion total de generos de China. El virrey, concluido su govierno en el Perú, se restituyó á España, en donde luego falleció, y de sus hechos hay particular historia compuesta por el licenciado Christoval Suares de Figueroa.
Don Luis de Velasco
176 Haviendo sido Don Luis de Velasco, marqués de Salinas, virrey en los reynos de Nueva España, fue elegido para governar los del Perú, y se recibió en Lima el 24 de julio de 1596. A esfuerzo de sus acertados informes y del anhelo con que siempre havia promovido el alivio de los indios, se hizo en las Audiencias de aquel reyno el establecimiento de un fiscal protector de ellos para que atendiesse en particular á la defensa de sus fueros y á la justicia de sus derechos porque la falta de esta providencia havia vuelto á introducir varios abusos por parte de los que gozaban repartimientos con grave perjuicio y menoscabo de los naturales. Infestó durante su govierno el mar del sur el pyrata holandés Olivier de Nort, que passó el estrecho de Magallanes por febrero de 1600; y aunque el virrey despachó contra él una esquadra á cargo de Don Juan de Velasco, no lo pudo encontrar pero, dirigiendose el pyrata á Filipinas, fue allí atacado por dos navios que, maltratandolo bastantemente, dexaron castigado su atrevimiento.
177 En los primeros años de su virreynato, recibió Don Luis de Velasco la noticia de la muerte del señor Phelipe Segundo, que le fue tanto mas sensible quanto se estendia mas su particular amor por las confianzas que le havian grangeado sus meritos en la gratitud de este monarca, las quales continuaron en su successor porque, al dexar el mando del Perú, se le confirió por segunda vez el de Nueva España, passando á aqueos reynos luego que llegó el que le havia de succeder.
178 Los araucanos, que por el año de 1589 emprendieron de nuevo con mucho furor la guerra contra los españoles, arruinaron en ella 6 ciudades y en Purán mataron á Don Martin García Oñez de Loyola, governador de Chile, con una compañia de reformados, á quienes hallaron desprevenidos, segun queda antes advertido.
Don Phelipe III con este nombre
179 Don Phelipe III, rey de España de este nombre y el XVIII soberano que reconoció el imperio del Perú, fue hijo de Don Phelipe II el Prudente y de Doña Ana de Austria, su quarta muger; nació en Madrid á 14 de abril de 1578 y succedió al rey su padre en el govierno de la monarquia en 13 de septiembre de 1598, la qual rigió por espacio de 22 años, 6 meses y 18 dias hasta el 31 de marzo de 1621, en que, para recibir en mejor esphera la corona de que lo hicieron merecedor sus virtudes, passó de esta mortal vida en la misma villa de Madrid; y siguiendo nosotros el orden del assunto por la succession de los virreyes del Perú, iremos haciendo presente lo acaecido en aquellos paises digno de nota durante su reynado.
Don Gaspar de Zuñiga y Acevedo
180 Hallabase de virrey en los reynos de Nueva España Don Gaspar de Zuñiga y Acevedo, conde de Monte Rey; y queriendo la magestad del señor Don Phelipe III que fuesse á serlo de los del Perú y que el que se hallaba en estos passasse á exercer el de Mexico, le confirió aquel virreynato, y en su virtud hizo su entrada publica en los Reyes á 18 de enero de 1604; el tiempo que se mantuvo allí fue poco mas de un año, y durante él se estableció en aquella ciudad el Tribunal Mayor de Quentas. Pedro Fernandez de Quirós tomó á su cargo el descubrimiento de la tierra austral en el mar del sur; para lo qual, tenia licencia del rey y, con efecto, halló algunas islas, y entre ellas una grande en la latitud de 28 grados y otras en menor altura que las poblaban indios de varias condiciones y costumbres, segun del discurso de todo su viage y particularidades de él dá noticia en su chronica de la religion seraphica el padre fray Diego de Cordova, en quien las podrá ver el curioso, creyendose por las señas con que se refiere este sucesso ser las islas entonces descubiertas las que, cerca del trópico de capriconio, se estienden en numero de 13 ó algunas mas desde los 50 grados hasta los 70 al occidente del meridiano de Lima.
181 El dia 16 de marzo de 1606 falleció el virrey, y su cuerpo fue depositado en la iglesia de el colegio maximo de San Pablo de la Compañia de Jesus, quedando el govierno de aquellos reynos en la Audiencia hasta que llegó el successor, en cuyo intermedio murió el segundo arzobispo de aquella iglesia, santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, en el dia 23 de marzo de 1607.
Don Juan de Mendoza y Luna
182 Don Juan de Mendoza y Luna, III marqués de Montesclaros, que siendo virrey de Nueva España passó al Perú y entró en los Reyes el 21 de diciembre de 1607, fue quien estableció el Tribunal del Consulado Junta General de Comercio de aquellos reynos, pues, aunque su concession fuesse anterior á este virrey, no se havia plantificado hasta entonces. En el año de 1609 se restableció la Audiencia de Chile, colocando entonces su assiento en la ciudad de Santiago, como menos expuesta á las incursiones de los indios, y en el mismo año mandó Su Magestad que todos los beneficios curados de los obispados de aquellos reynos se confirissen por opossicion y por presentacion de los virreyes y governadores de las provincias como vice patronos, haciendo eleccion en el mas benemerito de tres sugetos que debian proponer los prelados en cada nomina. Los informes de este virrey dieron motivo á que se mandasse totalmente prohibir el servicio personal de los indios, á vista de que en gran parte procedía de él su disminucion y que, para contenerla, se necessitaba una providencia tan acertada. Haviendo entrado Jorge Spilberg con 6 navios en el mar del sur á infestar aquellas costas en el año de 1615, el marqués de Montesclaros dirigió contra él una esquadra que, aunque le combatió y le causó algun daño, padeció la pérdida de dos de sus baxeles; y continuando Spilberg su viaje á Filipinas, fue allí acometido de otra esquadra española comandada por Don Juan Ronquillo, que lo deshizo enteramente.
Don Francisco de Borja y Aragon
183 Don Francisco de Borja y Aragon, principe de Esquilache, fue recibido en Lima el 18 de diciembre de 1615; y en el mismo descubrió Jacobo le Maire en la Tierra del Fuego un canal, á quien se le dió el nombre de passage del Maire, y con este motivo se despachó de estos reynos al piloto Juan Morel con dos caravelas á fin de que lo reconociesse, cuyo viage emprendió el año de 1617, y con las noticias que traxo fueron despachados en el de 1618 los capitanes Bartholomé y Gonzalo Nodal á reconocer y hacer una relacion mas exacta de aquellas costas; estos, haviendo salido en dos caravelas de Lisboa á los 27 de septiembre de 1618, estuvieron de vuelta en San Lucar á 9 de julio de 1619, despues de haver entrado al mar del sur por el passage del Maire, que nombraron estrecho de San Vicente, y dado la vuelta al mar del norte por el de Magallanes.
184 En el año de 1617, en solos 31 de edad, passó á mejor vida en Lima santa Rosa de Santa Maria, que havia llenado á todos de exemplo y admiracion por su penitente vida y prodigios.
185 Recibida por este virrey la noticia de haver fallecido el señor Don Phelipe III quando yá havia terminado el tiempo de su govierno, que era de seis años, sin esperar á su successor, se embarcó en el puerto del Callao para restituirse á España en 31 de diciembre de 1621, dexando el cuidado del reyno á la Audiencia, como se havia practicado en las otras ausencias de virreyes.
Don Phelipe IV de este nombre
186 Don Phelipe IV, rey de España, fue hijo del rey Phelipe III y de Doña Margarita de Austria su muger; nació en Valladolid Viernes Santo á 8 de abril de 1605 y, succediendo á su padre en los cuidados del reyno á 31 de marzo de 1621, lo governó con variedad de accidentes, que no son de nuestro assunto, el espacio de 44 años, 5 meses y 17 dias, y aunque los embarazos en que halló la monarquia por lo tocante á las cosas de Europa merecian bien toda la atencion del ministerio y cada dia se acrecentaban, no por esto se perdió de vista el imperio del Perú, nombrando buenos virreyes para su govierno y aplicando las providencias que convenian al buen orden en las materias de justicia, guerra y hacienda, prefiriendo á todas la conversion de los infieles y estension del Evangelio, segun se irá reconociendo por lo que se sigue.
Don Diego Fernandez de Cordova
187 Don Diego Fernandez de Cordova, I marqués de Guadalcazar, passó del virreynato de Nueva España á exercer en el del Perú y entró en los Reyes á 25 de julio de 1622. En el de 1624 se halló con el empeño de prevenir aquella capital contra la invasion que intentó hacer en ella Jacobo Heremite Cherk, holandés de nacion, el qual, llevando el designio de algunas grandes empressas, havia salido de Amsterdam con una esquadra de 11 embarcaciones, y en ellas mas de 1600 hombres; passó el cabo de Hornos por febrero de 1624 y, refrescando su gente por la isla de Juan Fernandez, hizo derrota para el puerto del Callao y dió fondo con toda su esquadra en la cabeza de la isla de San Lorenzo; pero como con el anticipado aviso que dieron al virrey las vigias de la costa huviesse este juntado las milicias de toda aquella comarca y dispuesto baterias para la mayor defensa del Callao, arreglando todo lo que convenia, logró ponerse en tan ventajoso estado á esperar los acometimientos del enemigo, que la reduxo al partido de no atreverse á intentar el desembarco; y pesaroso de verse burlado en el éxito de su empresa, murió durante ella á 2 de junio de 1624; su flota quedó al comando del vicealmirante Ghen Huigen, y, viendo este despues de cinco meses del bloqueo la poca esperanza de mejor logro, se puso á la vela y volvió á passar el cabo de Hornos para restituirse á Europa. El virrey, lleno de la gloria de haver libertado aquella ciudad y plaza con tan prontas y acertadas providencias de un tal daño que las amenazaba y de la de haver procedido en su govierno con justificacion, celo y aplauso de todos, entregó el mando de aquellos reynos á el successor, que fue á relevarlo por enero de 1629, y se restituyó á España.
Don Luis Geronymo Fernandez de Cabrera
188 Don Luis Geronymo Fernandez de Cabrera Bobadilla y Mendoza, IV conde de Chinchón, de los consejos de Estado y Guerra, hizo su entrada pubica en los Reyes el 14 de enero de 1629; en el tiempo que governó, experimentó aquella ciudad el dia 27 de noviembre de 1630 al formidable terremoto de que se ha hecho ya mencion. Durante su govierno, y en el año de 1638, subió por el rio Marañón la flota de piraguas y canoas portuguesas comandada por el capitan Pedro Texeyra, de que tambien se ha hablado en otra parte, la qual, haviendo salido del Gran Pará á fines del año antecedente con el destino de reconocer y descubrir las orillas y navegacion de aquel gran rio, subió por él executandolo, y, desembarcando dicho capitan, llegó á Quito con algunos de los que le acompañaban y allí dió noticia de su salida y navegacion á la Audiencia, que passó el aviso al virrey, quando yá se terminaba el tiempo de su govierno, que fue por diciembre del año de 1639.
Don Pedro de Toledo y Leyva
189 Don Pedro de Toledo y Leyva, marqués de Mancera, del consejo de Guerra, entró en publico en los Reyes el 18 de diciembre de 1639; y como su celo y cuidado, sin olvidar las providencias militares y politicas, fuesse dirigido á el aumento de los indios y á solicitar los medios de aliviarles las pensiones, hizo visita y numeracion de todos y, haviendola terminado, moderó los tributos de aquellos, en quienes reconoció algun excesso y amplió las ordenanzas en quanto pudo á su favor, mandando que inviolablemente se guardassen. Hizo fortificar la plaza del Callao, cerrandola con la muralla y bastiones de piedra que existian hasta el ultimo terremoto, y coronó toda de artilleria de bronce mandada fundir allí y, á este respeto, dispuso que se fortificassen los puertos de Valdivia, Valparayso y Arica, aumentando con esta providencia la fuerza de defensa contra las empressas y designios de los corsarios y pyratas que passaban á aquellos mares, yá con el fin de sorprender las ciudades y poblaciones para enriquecerse á expensas de sus vecindarios con el saqueo y yá con el intento de hacerse dueños de algunos de aquellos puertos para formar colonias y fixo establecimiento en ellos; este virrey, que con el mayor acierto desempeñó la real confianza, concluyó su govierno con gran felicidad por el mes de septiembre de 1748 y se restituyó á España. En el antecedente año de 1647 y dia 13 de mayo se experimentó un terremoto, que fue casi universal en el Perú y tan formidable que quedó arrassada totalmente la ciudad de Santiago de Chile con una gran mortandad por haver sido de noche.
Don Garcia Sarmiento de Sotomayor
190 Don Garcia Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, hallandose governando los reynos de Nueva España, tuvo orden para passar al Perú con el mismo caracter de virrey de aquellos reynos y hizo la entrada publica en los Reyes el dia 20 de septiembre de 1648; governó con grande acierto hasta el 24 de febrero de 1655, en que entregó el mando á el successor, pero, hallandose intercepta la comunicacion de España y el Perú, por causa de las guerras que havia con la Corona de Inglaterra, se vió precisado á suspender su regresso, esperando la segura ocasion de paces, en cuyo intermedio tuvo termino su vida en el dia 26 de junio de 1659, y su cuerpo se depositó en la iglesia del convento de San Francisco de aquella ciudad.
191 Durante este virreynato, y en el año de 1650, las missiones de los padres de la Compañia en la provincia de los maynas, empezaron á experimentar grandes ventajas en la copiosa conversion de aquellos indios y docilidad con que recibian la fé y se ofrecian gustosos á seguirla, reduciendose á pueblos y á la vida sociable que se les enseñaba en ellos.
Don Luis Henriquez de Guzmán
192 Don Luis Henriquez de Guzmán, conde de Alva de Liste, grande de España y el primero que con esta alta distincion passó á ocupar el solio de los virreyes del Perú, entró en publico en los Reyes el 24 de febrero de 1655, dexando antes el virreynato de Nueva España, en que se hallaba empleado quando fue provisto al del Perú, que concluyó el ultimo dia de julio de 1664, sin que en su tiempo se ofreciesse cosa notable digna de atencion, y se restituyó á España.
Don Diego de Benavides y la Cueva
193 Don Diego de Benavides y la Cueva, octavo conde de Santistevan, del consejo de Guerra y virrey que havia sido antes en Navarra, fue recibido en los Reyes el dia 31 de julio de 1661; en el mismo año huvo un levantamiento en la provincia de Chuquiabo, siendo los principales motores de él unos mestizos, el qual se atajó con la pronta providencia que tomó su corregidor, Don Francisco Herquiñigo, de perseguir á los sublevados hasta que logró rendirlos y hacer castigos exemplares en las principales cabezas de la rebelion.
194 El año de 1665, por el mes de junio, empezaron á experimentarse algunas diferencias en la provincia de Paucarcolla, formandose contrarias parcialidades entre vascongados y montañeses de una parte y andaluces y criollos de la otra, de cuyo desorden resultó que los del ultimo partido diessen muerte al corregidor Don Angel de Peredo y á otros que eran de el de los vascongados y montañeses; tuvo su origen este alboroto en la celebrada mina de Layacacota, cerca de la villa de Puno, que pocos años antes havia descubierto Joseph de Salcedo, tan abundante de plata y tan fina la que de ella se sacaba que lo mas del tiempo se cortaba á sincel de la misma beta; Joseph de Salcedo, al passo que afortunado en lo grande de la riqueza que le daba su mina, era liberalissimo y caritativo, con cuyo motivo acudian muchos á aquel parage á disfrutar los beneficios de su generosidad, y fueron tantos que en corto tiempo se pobló mucho el assiento de aquellas minas; pero como todos los que no estaban con el fin de trabajar era gente ociosa, tomando cada vez mas vigor la desunion, dentro de poco se hicieron tan crecidos los partidos que llegaron á formarse exercitos y á darse varias batallas, siendo la mas famosa la que tuvieron en el mismo llano de Laycacota, de la qual quedó muerto en el campo crecido numero de una y otra parte, pero ni la pérdida ni el temor de las resultas fueron bastantes á extinguir sus inquietudes, y assi prosiguieron hasta que se tomaron providencias tan serias como correspondian al assunto. El virrey governó con grande acierto el tiempo que se mantuvo en este ministerio; y haviendole sobrevenido la muerte el 16 de marzo de 1666, fue depositado su cuerpo en el convento grande de San Francisco, y quedó el govierno á la Audiencia.
Don Carlos II de este nombre.
195 Don Carlos II, rey de España, fue hijo de Don Phelipe IV y de Doña Maria Ana de Austria, su segunda muger, nació á 6 de noviembre de 1661 y á los quatro años de edad subió al trono baxo la tutela de la reyna su madre y de un consejo ó junta de regencia que, de los principales grandes y ministros de mayor confianza, dexó establecido el rey su padre en su testamento para que, aliviando todos á la reyna y concurriendo con sus dictamenes y experiencias, contribuyessen á facilitar el despacho de los negocios; luego que el rey tuvo la edad competente, se hizo cargo del govierno de esta monarquia, la que rigió hasta el dia 1 de noviembre de 1700, en que falleció. Los diferentes y varios sucessos de estos reynos no embarazaron la atencion á los del Perú, eligiendo para el govierno de tan vasto imperio los ministros que parecian más á proposito, segun se reconocerá por la siguiente serie de virreyes.
Don Pedro Fernandez de Castro.
196 Don Pedro Fernandez de Castro y Andrade, conde de Lemos, grande de España, siendo provisto en el virreynato del Perú, pasó á aquellos reynos y hizo la entrada publica en los Reyes el 21 de noviembre de 1667, á tiempo que los alborotos de Puno estaban en toda su fuerza; y no haviendo conseguido el que se terminassen, resolvió passar en persona á practicarlo. Llegó en el año de 1669 á Puno y, haviendo preso á muchos, mandó ajusticiar á los que halló mas culpados, y entre ellos á los que havian concurrido á la muerte del corregidor: embió preso á los Reyes á Joseph de Salcedo, dueño de la rica mina que se ha dicho, y, formandole causa, fue sentenciado á muerte y executado en él este castigo, sobre cuyo sucesso huvo varios pareceres, persuadiendose muchos, aun de los mas imparciales, que contribuyesse á acriminar su causa la emulacion y embidia á su riqueza porque, aunque la fama de su mina y la de su liberalidad havian sido motivo para que se juntasse tanta gente en aquel assiento, ni él era parte en la contienda ni se le havia notado mas inclinacion por el un bando que por el otro, pero el deseo en muchos de despojarse de aquel tesoro que le havia facilitado su buena suerte fulminó tales acusaciones contra él que redundó en lo judicial ser el mas culpado de todos, y, assi, no pudo escusar la pena que correspondia á tal justificacion.
197 Era tanta la liberalidad de Salcedo que se ha perpetuado en las memorias de aquellas gentes del Perú como cosa estraña; y entre las muchas ocasiones en que la exercia, refieren que, luego que llegaba á él algun hombre pobre de los muchos que de España passan á aquellos reynos sin oficio ni ocupacion y le pedia que le socorriesse, le daba licencia para que entrasse á cortar plata en la mina y que se aprovechasse de la que pudiesse sacar en las horas que le señalaba de termino, dexando á su buena dicha por este medio ceñida la cantidad de la limosna; y assi, si era feliz en encontrar con lo pingue de la beta y parage en donde con facilidad pudiesse cortar, sacaba mucho y, si por el contrario, poco, aunque nunca con tanta escasez que tuviesse motivo para no quedar agradecido. Esta franqueza y caridad tan grande havia atraido tanta gente á aquel sitio que, viciandose entre ellos la intencion de Salcedo, no paró hasta que de un golpe concluyeron con su vida y pusieron fin al apoyo que tenian en él los desvalidos.
198 Despues que fue ajusticiado Salcedo, quiso el virrey que se volviesse á trabajar la mina, pero quedó sorprendido quando supo estar tan aguada que yá se havia vuelto impossible hacer labores en ella; la voz comun de aqueos reynos es que, desde el punto que le quitaron la vida á su dueño, rompió en un crecido ojo de agua que la inundó, queriendo persuadir con esto haver sido disposicion del cielo por la injusticia que se executó en él con el depravado fin de apropiarsela otros, mas, como no debamos estar nosotros á las vulgares opiniones quando no tienen algun mas seguro fundamento, podemos persuadirnos, sin salir de lo natural, que, en el interin que se dexó de trabajar y de sacar el agua, que siempre recogió, aunque no en tanta cantidad, se aumentó esta con excesso y, ocasionando tal vez en lo interior algun derrumbo, descubrió nuevo y mas crecido manantial; por esto, aunque entonces y despues se hicieron algunas diligencias para desaguarla, nunca se ha conseguido por no haverse emprendido el abrirle desague formal á causa de las grandes dificultades para ello y de ser preciso romper muchas montañas para su logro; en estos ultimos años de 1740, la tomó a su cargo un cavallero, Don Diego de Baena, minero rico de aquellos parages, y en compañia de otros tambien muy acreditados y de gruessos caudales le empezaron á hacer el desague á expensas de excessivos gastos y, yá en el año de 1744, que salimos de Lima para Europa, tenian adelantado el trabajo con tan favorable éxito que esperaban dentro de muy corto tiempo concluirlo y ver desaguada la mina.
199 A solicitud de este virrey, passó la religion bethleemitica de la Nueva España á establecerse en los Reyes y hacer fundaciones en las demás ciudades del Perú para exercitar en ellas el piadoso instituto de curar los enfermos pobres y darles todo el alivio en la convalescencia, siendo este ultimo destino el de su principal constitucion. En su tiempo, se estableció tambien la remission de un situado anual, que se embia de las Caxas reales, para la paga de la tropa que guarnece los presidios de Panamá, Portobelo y Chagre, y que de las de Santa Fé y Quito se remitiessen otros para la subsistencia de las plazas de Cartagena, Santa Marta y Maracaybo.
200 En el año de 1670, hizo entrada á los pueblos gentiles poyas, cuya nacion ocupa parte del territorio que media entre los valles de Arauco y el estrecho de Magallanes, el padre Nicolás Mascardi, de la Compañia de Jesus, llevando consigo un cacique, para ir á descubrir la ciudad de los Cesares, de que se tenian noticias vagas haver sido fundada por el capitan Sebastian de Arquello, con la gente de una embarcacion que comandaba y se havia perdido en aquel estrecho, pero nunca huvo cosa cierta de la existencia de tal ciudad ni del parage de su situacion. El mismo año de 1670 passó á la mar del sur el pyrata inglés Carlos Enrique Clerk con una fragata de 40 cañones, el qual, haviendo salido á tierra en Valdivia, fue allí preso y conducido á Lima, y despues, en el govierno del duque de la Palata, se executó en él la sentencia de muerte, que con varios efugios havia dilatado hasta entonces, siendo uno el de fingirse sacerdote. Terminó este virrey la carrera de su vida antes que acabasse el tiempo de su virreynato; y haviendo muerto el dia 6 de diciembre de 1672, fue depositado su cuerpo en la iglesia de la casa professa de la Compañia de Jesus, que él mismo havia fundado con la denominacion de los Desamparados, quedando el govierno de aquellos reynos en la Audiencia hasta la llegada del successor.
Don Balthasar de la Cueva Henriquez
201 Don Balthasar de la Cueva Henriquez y Saavedra, conde de Caster, marqués de Malagón y del consejo y camara de las Indias, hizo su entrada en los Reyes á 15 de agosto de 1674. Su govierno no duró lo que le correspondia por haversele atribuido culpa en la introduccion ilicita de dos navios cargados de ropa de la China, á quienes havia concedido licencia para que con el regular tráfico de frutos passassen á los puertos de la costa de Nueva España, los quales, abusando de los permissos que se les havian dado, cargaron de ropa, siendo tanta la cantidad de texidos con que inundaron el Perú que su abundancia causó gravissimo perjuicio al comercio; este passó á España con la noticia su quexa; y, en consecuencia de ello, se le mandó al virrey que entregasse el mando de aquellos reynos al arzobispo de los Reyes, como lo hizo el 7 de julio de 1678, pero, justificada la integridad y rectitud de su conducta, se restituyó á España, donde se le volvieron todos sus honores, y continuó sirviendo su plaza del consejo y camara de las Indias.
Don Melchor de Liñán y Cisneros
202 Don Melchor de Liñán y Cisneros, arzobispo de la santa iglesia de Lima, se recibió en aquella ciudad por virrey interino el dia 7 de julio de 1678 y permaneció en la direccion de aquellos reynos hasta el 20 de noviembre de 1681, sin que el tiempo que los governó acaeciese otra cosa mas particular que la repeticion de haver passado á aquel mar una tropa de pyratas ingleses en numero de 150 hombres, cuyos cabos era Juan Garin, el mas principal, y Bartholomé Cheap, los quales, introduciendose por el estrecho passo que forma el isthmo de Panamá en la ensenada del Darién, armados de piraguas y canoas en la costa del mar del sur, passaron al puerto de Perico en Panamá y, tomando de sorpresa dos navios que estaban anclados en él, se apoderaron del situado de dinero y municiones de guerra y boca, de que estaba cargado el uno para el regular socorro de aquella plaza, y continuaron, haciendo bastantes daños en las embarcaciones, y, aun atreviendose á acometerá Arica, fueron rechazados con pérdida y muerte del mismo Guarin, y los demás se restituyeron á Europa montando el cabo de Hornos.
Don Melchor de Navarra y Rocafull.
203 Don Melchor de Navarra y Rocafull, duque de Palata, principe de Masa, de los consejos de Estado y Guerra, hizo la publica entrada en los Reyes á 20 de noviembre de 1681. En el tiempo que con su acertada conducta y gran capacidad governó aquellos reynos, mandó fabricar de adoves la muralla que rodea toda la ciudad de Lima, como queda yá notado en su lugar, y haviendola concluido, tuvo la desgracia de ver arruinada la ciudad por los formidables temblores que la destruyeron el 20 de octubre de 1687, de que tambien queda yá hecha mencion, y fueron precedidos del prodigio observado en una efigie de nuestra Señora, que desde entonces se venera en el colegio maximo de San Pablo con el titulo de Nuestra Señora de las Lagrimas, de la qual refieren que, teniendo su primitiva colocacion en el oratorio de Don Juan Calvo de la Vanda, ministro de aquella Audiencia, se dexó ver con assombro cubierto el rostro de lagrimas y sudor, como en anuncio de lo que havia de suceder, en cuya memoria se le celebra fiesta jurada por aquella ciudad annualmente, concurriendo á su solemnidad el virrey y todos los tribunales. Sobre ajustar el virrey los procedimientos de los curas doctrineros del arzobispado, de que recibia frecuentes quexas por los indios, tuvo gravissimas competencias con el arzobispo Liñán, y se escrivieron de una y otra parte muy doctos papeles. En las providencias de la reedificacion de la ciudad, en los cuidados del govierno y en el celo y puntualidad de la justicia se empleó hasta que, entregando el mando al successor, dexó aquel reyno y se dirigió á España; y estando en Portobelo esperando la salida de la armada de galeotes que comandaba el marqués del Vao del Maestre, feneció el curso de su vida el 13 de abril de 1691, y fue depositado en la sacristia de la iglesia parroquial de aquella ciudad.
204 El célebre pyrata Eduardo David, á quien se juntaron despues otros ingleses y franceses hasta componer el numero de 10 embarcaciones, infestó las costas del mar del sur causando en todas ellas grandes daños; y aunque el virrey se esmeró en las providencias de contenerlos y la armada de 7 baxeles que se embió contra ellos, logró vencerlos en batalla cerca de Panamá; no sabiendo sus capitanes usar de la Vitoria, la volvieron casi inutil, y los pyratas, divididos, cometieron invasiones de ciudades, saqueos y atrocidades, cuyos infaustos sucessos hicieron poco dichosa la duración de su govierno.